
Ajedrez
a mi padre
El tablero es un castillo
donde los hombres combaten
con sus sombras
sólo con el silencio de rozar
la forma de las piezas
Rodenak
Cuando la pelota cruza el cielo
y no es de nadie
la gente mira atenta
el fin del tiro
puede ir a las nubes
golpear el travesaño
besar la red
o clavarse en el corazón de Rodenak
El pueblo salta de alegría
si el Flaco se levanta
con el sol en las manos
Cuando la redonda anda cerca
sabemos que Arturito
será el ángel perfecto
que inventará la paz:
en su pecho
anida una paloma
Cuando saca
la de cuero se aleja
igual que un mal espíritu
entonces, el Arquero de Rangers
nos regala un domingo
para toda la vida
Peluche
Cuando no están
mis hijos
un oso de peluche
me lee cuentos
Me aburren los poetas llorones
La tarea de los poetas es pajarear.
P. Neruda
Es mejor
en vez de buscar culpables
a diestra y siniestra
de nuestra contumaz falta de asombro
en vez de agregar otro suspiro
a esta larga noche de impudicia
en vez de pretender la salvación del hombre
con ecos de estertores emitidos desde el púlpito
como si ello fuera un acto decoroso
como si la hermosura naciera de la bilis
es mejor, es mejor
en vez de llorar tanto, digo
leer a los inefables pájaros
cuando dibujan en el aire su pequeño poema:
ese vuelo fugaz que nos sacude el alma
Ante la belleza se callaban
Esta pendeja chilena del carajo
-farfullaba el curadito de Juan Rulfo-
escribe que te las encargo; mientras
la Bombal, apretaba el gatillo pensando
cómo salgo ahora de Comala? Parece
que, ambos, ante la belleza se callaban
y con los muertos preferían conversar
La Turca
Ella juntaba sudores tras sudores
debajo del colchón
es un decir
Me falta poco para otro millón
pensaba la bella, sin escrúpulos
mientras desfilaban sombras largas
la eternidad, el cosmos
entre sus piernas suaves como arena
como harina de luna, como pétalos
Y el señor, es un decir
aséptico, normal, enamorado
braceando inocente hecho las velas
se figuraba en el cielo, sobre una mezquita
después de atravesar la mar de dudas
acariciando esas blancas cúpulas
La Turca, nada de lesa
se abanicaba con las rosas negras
No dediques los poemas de amor
No dediques los poemas de amor
porque mañana, lo más probable
que debas leérselos a otras / a otros
Los vecinos
No tienen estudios superiores
ni trabajo bien remunerado
han criado a sus hijos con dolor
pero andan tomados de la mano
No tienen celular ni TV cable
rara vez van al supermercado
buscan su ropa en los baratillos
pero andan tomados de la mano
No compran salud en las farmacias
porque beben toronjil cuyano
las monedas se las lleva el viento
ellos andan tomados de la mano
Sólo sueñan con llegar a viejos
escuchando tangos en la radio
no desean sino vivir en paz
y pasear tomados de la mano
No guardan rencores en el alma
comparten con Dios en un asado
un vaso de vino, un poco de aire
y bailan tomados de la mano
Por toda propiedad tienen el sol
un libro, un pan, una higuera, un gato
no les alcanza la jubilación
pero andan tomados de la mano
Como el tiempo sabe cuándo llama
desmalezan lentamente el patio
es la dicha que no tiene precio:
descansar con flores en las manos
La frontera de lo irreal
Piedad para nosotros, los que exploramos
en la frontera de lo irreal.
G. Apollinaire
Por nosotros
los que vemos mariposas en las llagas de los bipolares
de los parias, de los leprosos
con una amapola en celo en cada úlcera; desahuciados
que se arriman con su tarrito a las vitrinas
donde nada podría consolarnos
los que bajo la escarcha hurgamos la leyenda perdida
el cuento con un final abierto, un haikú
para, quizá, por última vez sentirnos jóvenes
llenos de bellos ideales
Por nosotros
los que de cada aliento en la cuesta del camino
hacemos un refugio, una sombra, una cascada
aunque estemos inconscientes en el furgón de los rondines
aunque estemos bajo los efectos del valium 10
los que agobiados por la soledad
esperamos en la esquina la presencia de un ángel
que nos diga la hora porque aquí, en esta residencia
sin paredes ni puertas ni ventanas
todos los relojes están malos
Por nosotros
los que siempre nos vamos cuando la fiesta empieza
y se agitan las niñas y la música sube su voltaje
y los dandis y los bacanes con sus neologismos
creen que ya olvidamos los secretos de familia
los que nadie reconoce en ninguna historia de amor
en ninguna estrella fugaz ni eclipse ni zodiaco
(mejor; así pasamos piolas por los barrios místicos)
Por nosotros
los que perdimos el tiempo sentados en la cuneta
despulgando un oso de peluche
los que insomnes captamos la presencia de otra luz
en ese instante en que los murciélagos despiertan
y las balizas encandilan la inocencia del mallete
y del árbol de la sabiduría se esfuman las manzanas
Por nosotros
sólo por nosotros
la dama pasea su perrito
los gorriones parecen tan humanos
el paisaje se oculta en las costumbres
y el jubilado con su pucho bajo un alcornoque
hace figuras, fantasmas, argollas en el aire
por donde mi hija, al fin, asoma sus ojitos…
Por nosotros
sólo por nosotros
el mundo acaso mañana sea hermoso
Ulises
Quemé los mapas…
Ahora mi camino
es la tempestad
Bernardo González Koppmann (Talca, 1957). Poeta y Profesor en Historia y Geografía.
Su obra se reúne en Cantos del bastón (2022), libro que abarca cuarenta años de trabajo literario, donde se recopilan los diecisiete (17) poemarios editados desde 1981 a 2021, a lo cual habría que añadir Maleza (2023).
Su poesía enuncia -con una voz templada a la intemperie, donde fusiona elementos y giros idiomáticos tanto tradicionales como contemporáneos- en especial la antropología del ser maulino, habitante del centro sur de Chile, a través de una propuesta estética que rastrea una cierta identidad hoy enmarañada. Su temática abarca fundamentalmente motivos de índole social, erótico, místico y telúrico, en el contexto de la globalización posmoderna actual que ha venido desperfilando los humanismos regionales en todo el mundo, en un intento de aclarar el sentido originario y último de las cosas.
En prosa tiene escritas más de mil páginas de ensayos, reseñas, prólogos y entrevistas a distintos escritores, en su mayoría chilenos. Premio Stella Corvalán 2004.
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