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DOS PLAQUETAS

Por Eleonor Concha Venegas


 

Ha iniciado noviembre con el día más triste del año, la ciudad está fría y el sol de ayer se ha ido al olvido, en este ánimo, escribir nos salva y reconforta, por eso, y en deuda de un viaje a Perú que tuve con la poeta y el poeta que les presento, van estas dos reseñas que comparto.


Son lecturas obligadas en este tiempo de tránsito a otro mundo que no conoceremos.

Una niña muerta está siempre viva de Alejandra González Celis (2017).


Hay en estos versos rabia profunda, se mezclan en las imágenes cierta huella de la infancia perdida de la propia hablante, pero más que esa nostalgia y tristeza de lo que no fue, aparece la culpa: los que no estuvieron, los que no estuvimos, el mirar y no ver los signos de la fatalidad, una pérdida irremediable, quizás más de una. 

Pérdida reclamada, angustiosa y furibunda, la forma como se debe reclamar la injusticia.


Tras estos versos duros, hostiles, de rabia, hay una tristeza abisal, la imagen del SENAME, la infamia de una institución asquerosa, que pretende ser cuidado, pero es el cuco de los niños, la pesadilla de las niñas, el infierno de todos en 9 poemas furiosos que transitan por la memoria de esta sociedad incapaz de acoger, de adoptar, de cuidar. 


La hablante nos llama hijos de puta y en esto, tiene razón.

Les dejo un poema de esta bella y furibunda plaquette, vale la pena su lectura.


Mañana 

Serás una maga cuando crezcas

Serás la luna

Serás la brisa

el viento

Serás marejadas

asomando playas estúpidas

Serás mayo

Siempre serás mayo

Serás esos ojos enormes

Serás un abrazo tibio

en un cumpleaños satánico 

Serás la hermana

Serás mi hija

Lo serás

Lo serás siempre 


Código menor 

(2017)

Claudio Guerrero


El hablante es un sujeto migrante, parece reconstruir su historia en estos poemas que parecen situados en una urbe aledaña al mar, poemas donde se sienten todos los puertos, poemas de New York, de Valparaíso, un péndulo entre una gran urbe y el recuerdo de una, el hoy y el ayer, espejos del tiempo donde los testigos son las manos: las pequeñas de niños, las manos que se posan, la del padre, de la amada, la de la conjetura de la existencia.

"No hay nada que el humedal de afuera no sepa

no hay nada que la nieve

de la ciudad del silencio 

pueda hacer andar." (De Las palabras se pierden en el viento p. 18)


Qué decir de la migración del hablante que primero se solaza con poemas que son un festín de palabras, en donde la urbe gigante se mira complacida a pesar de la evidencia del egoísmo humano, de la ausencia de esas manos pequeñas que remotamente buscan a sus padres.  Tras esa abundancia de imágenes, que atiborran los sentidos y nos embarcan en una historia que revivimos con su lectura, aparecen pequeños poemas, mínimos, de 8 o 9 versos, el minimalismo de la palabra que sorprende y deja mudo al lector: "Yo le debo a usted / esta página en blanco."  Dice el hablante con certeza de muerte, versos tan estridentes y callados al mismo tiempo que me obliga a pensar en un Tanka, aquel poema breve de la magistral poesía japonesa que expresa sentires profundos y significativos, de ahí que no pueda más que leerle como si fuese un viajero, del espacio pendular y también del tiempo, porque en ellos cabe la memoria que resiste bajo esta cultura del exitismo y el olvido, cultura que el hablante nos revela en sus tesis para la memoria,  listado de horrores que el hablante nos refriega en la cara para ver si logramos comprender la urgencia de la memoria, de darle cuidados a este Chile contaminado, envenenado, mudo, y que a pesar de eso, sigue en la poesía.

 

Alejandra Sofía González Celis (1976), poeta y trabajadora social.

Participó en talleres con Mauricio Redolés, Andrés Morales, y en la fundación Neruda en 1998.

Es editora del libro “11 de septiembre 1973. El diario de Francisca (2019)

Es autora de los libros: La enfermedad del dolor (2000 y 2002), Jauría (2017) y Una niña muerta está siempre viva (2017).

Es presidenta de la junta de vecinos 23 Ferroviaria Asiva, trabaja como profesora universitaria y vive en Viña del Mar, Chile.


Claudio Guerrero (1975). Poeta, profesor, investigador. Ha publicado los poemarios Esperanza de la vida (2024), Las corrientes luminosas (2020), Código menor (2017), Pequeños migratorios (2014), El libro de las cosas que se ignoran (2002) y El silencio de esta casa (2000). Ha publicado los libros Para un estadio de la U (2024) y Qué será de los niños que fuimos. Imaginarios de infancia de la poesía chilena (2017). Es coeditor de Felices escrituras. Poetas chilenas y chilenos pensando una provincia (2022), El ABC del Neoliberalismo 3 (2021) y de Figuras de lo común. Formas y disensos en los estudios literarios (2021). Ha publicado diversos ensayos, entrevistas y artículos sobre poesía chilena y literatura latinoamericana.


Eleonor Concha Venegas (Santiago de Chile, 1972). Abogada de la Universidad de Chile, Magister en literatura chilena e hispanoamericana en la Universidad de Playa Ancha (2022). En el año 2016 publicó su primer libro de poemas con RIL Editores cuyo nombre es Par de Dos, el año 2018 publicó con Mago Editores su segundo poemario llamado Viceversa, y en el mismo año recibió el primer premio del concurso nacional de poesía Oscar Castro, con el poemario El dolor de los huérfanos. El año 2021, se lanza una nueva edición del mismo libro, esta vez por Mago Editores, parte de la colección poeta Raúl Zurita y a la vez, en la misma casa editorial, publicó el libro Nosotros, los suicidas, en la colección Escritores Chilenos y Latinoamericanos.



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