Por Giovanni Astengo
Por este río que somos, nos dice el poeta Sergio Ojeda en su último libro Berlín (2024) y acaso no somos más que esa acuosidad y fluidez que nos regala el tiempo y la vida, pasando por Heráclito, Jorge Manrique y tantos otros, en esta imposibilidad de detener las cosas, tarea inútil; que quizás sólo el gesto poético consigue, El vano premio de la inmortalidad como nos dijera desde el Japón milenario el poeta Tu Fu.
Berlín, puede ser Hamburgo, New York o Santiago de Chile, un flash, una postal y un vinilo que no deja de rodar y en su movimiento perpetúa la imagen, ya no sólo de una ciudad física, si no de una ciudad mental, reinventada y reconstituida en la pluma intimista y sesuda del poeta.
Berlín, la separada por un muro en la guerra fría de un mundo grisáceo y gélido en el siglo anterior vuelve a separarse a ratos y unificarse de nuevo en las líneas del autor, ya que la arquitectura y la estética de este libro es una alusión constante a la fractura, a un lenguaje fragmentario que crea la atmósfera a veces en blanco y negro y a momentos en colores, que me recuerda el film Alas del deseo del cineasta Win Wenders, como si todo se tratara de un susurro que un ángel nos regala y de esa sentencia somos responsables de plasmarla en un papel.
Derrama el cerezo nieve/ y verde en flor y rocío, escribió el poeta ruso Serguei Esenin y creo no equivocarme que el discurso de Sergio transita en esa dualidad climática que nos determina como seres en lo más profundo de las emociones, esa amígdala en el sistema nervioso que nos pulsa y activa para crear.
La poesía del poeta Sergio Ojeda, avecindado ya hace muchos años en la ciudad de Berlín, más allá de la grandilocuencia que uno pudiese sospechar con el título del libro, al contario nos evoca una forma de vislumbre y de luces citadinas, pero que no van hacia afuera, si no que más bien es una suerte de viaje a la semilla, pero desde su interioridad, calando en lo más profundo de lo humano.
Entonces viene el guion que escribimos: El silabario aprendido a golpes/ El miedo y otros relatos, y ya muy bien Machado y Vallejo, nos enseñaron este silabario que Ojeda con maestría reproduce y nos sentencia que esto sucede tanto en Berlín como en cualquier mapa cartográfico.
Selección de poemas
x)
En claroscuro
amanece en nuestros cuerpos
Sostenemos los relojes
para que todo vuelva a su cauce
y aplacamos distancias
Nos envolvemos
bailamos y retornamos a la semilla
Invocamos los deseos
los cuerpos se acoplan
vuelven a estremecerse
y el día se va con una canción
xxxiv)
Cierro estas ventanas herméticas
Y el río
como fantasma
golpea una y otra vez el cristal
los miedos son golpes secos
en el pecho
La respiración de las plantas
llega a mis oídos
como una banda sonora que se repite
y estalla
He visitado en estos días
las madrugadas más largas
He repetido mi nombre
en un mantra interminable
y en cada uno de los ritmos
que he tejido en esta bruma
he podido perpetuar mis reparaciones
Qué puedo hacer
sólo mitigar el sopor
para que con la llegada del alba
aparezcan por las avenidas
personas de carne y hueso
nombres, direcciones y remitentes
5)
El día trepa sobre tu cuerpo
y se diluyen las aguas de este río
es un poco de aire
es un poco de ti
Hace rato ya
que las horas suspenden
esta sinfonía interminable
y las cosas nos hablan
en repentinas sonoridades
que descuelgan nuestra desnudez
Esas cosas son nuestra historia
las que elegimos en los escombros
y que palidecen en la bruma del vacío
El tiempo ha dejado colores
en la sequedad de las formas
y en su paso silencioso
ha descifrado los enigmas
de cada despertar
Ahora
eres una extensa geografía
un océano sin límites posibles
la cotidiana extensión de mis ilusiones
12)
El lugar que había imaginado
hoy es un solo sitio
que mezcla todas las calles y avenidas
es un tumulto de enredos en la cabeza
que cada mañana nos hace mirar
por la ventana para reconocer
Es una sola calle desde Berlín Mitte a Ñuñoa
un desfiladero de miedos y procesiones
enfilados a ningún remitente
Es más bien un solo país
una danza enfurecida
que nos estremece
en el escenario tenue
de este cielo gris
Mientras un vagabundo recoge botellas en Karl-Marx-Allee
un hombre muere de frío en Avenida Matta.
Mientras sueño este lugar imaginado
mi padre fallece en su cama
en la soledad del misterio
Sergio Ojeda Barías (1965, Puerto Natales, Chile) poeta y académico universitario. Doctor en Literatura por la Universidad de Chile. El año 2000 publicó el poemario Pedazo de mundo, el 2007 Tardanza del fuego y el 2024 Berlín. Ha realizado clases de literatura en diversas universidades de Chile y del exterior. Sus poemas han sido incluidos en varias antologías de poesía, algunas de ellas son: Fin de siglo. Nueva poesía chilena de los 80 (2009); Wurlitzer. Cantantes en la memoria de la poesía chilena (2018); Antología de poesía Latinoamericana (2023) y Voces periféricas. Antología de poetas latinoamericanos en Alemania (2023). Ha obtenido Beca de creación del Consejo Nacional del Libro y la Lectura de Chile los años 2005, 2019 y 2021. Actualmente reside en Berlín.
Giovanni Astengo Martín (Santiago, 1972). Poeta, Premio Dámaso Alonso,2020, Madrid, España y Miembro de La Academia hispanoamericana de buenas letras de Madrid, 2023. Ha sido publicado en diversas antologías y revistas, tanto de Chile como el extranjero. Sus libros son: Anteayeres (1999), La morada irreal (2006), Cuartos de Motel (2008), Puzzles (2011), Sección de objetos perdidos (2014), La morada irreal, nueva edición (2016), Solo lo que me gusta existe (2017), Poemas a destiempo/Poems at the Wrong Time, edición bilingüe (2017) Soñé estos poemas (2017). Tejido /Weave , ediciòn bilingue (2018), La poesía como un Dios (Estudios, reseñas, notas y entrevistas sobre la poesía de Andrés Morales, 2018) Azules abatidos (Sesión de jazz) (2019), Balandra, (2020). En el suave país de la nada, (2021). Mirlo (2021), Nuevas Geórgicas (2022), Cartas para un tiempo glacial (2024).
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