a lo austral del signo sigues tú
interrumpiendo fijamente
el tacto extraviado i frágil
de la intranquilidad
acaso no basta con que subas
o bajes desde las nubes
de terciopelo no puedes
acaso ser diseminada i naufragar
en lo vertical del alba
en el estero sur de la memoria
brotan estás proclamas rabiosas
señaladas en el punto
estéril de la insatisfacción
-camina sin rumbo
entre nosotros un hombre
abrigado de llagas-
la total intensidad sin darme cuenta
abrazó el tejido paralítico
de la aflicción
reposo i me oscurezco
en códigos que regresan
desde un antiguo exilio
avanzó en está incomprendida
e irrenunciable alegoría
a la orfandad
este viaje de nudillos
en el estómago
con la mirada zurda
que se activa en la bruma
de los latidos
temblor que me atrapa
en el eco de una frase cruda
encorvada de muerte
ciega muerte i nada más
por el motivo en que soi
el campo la batalla
a la que en dos segundos
desangrando le doblo
la mano a dios
por el motivo en que debo
rogar sudar maldecir
a esta vida al curso
que toma frente
a los hechos
de la transgresión
-desde antes que la sabia fuera
abismo desde antes que el dolor
se manifestara-
la marcialidad no se despide
gradualmente como quisiera
al roce de tus labios
en el último trizado final instante
desde el llanto más rotundo
desde el llanto más oculto
eternamente un grito
se despoja de nuestra raíz
-es el gesto humillado de las flores-
cavaré hondo i accederé
a la mitificada larva
desvanecido por el orificio
insólito del afecto
en la extraña composición
de amante desobediente
caricias en el brillo
colgado a la helada leche
de tus ojos
en la prematura malévola bondad
nace el fruto que me ata al culto
anunciado antes que la vida
se llamará padre
acurrucado umbilical
sangre de tú sangre
arrastrado floto en la tibieza
del miedo
junto a ti confusamente
entendí que no fui absoluto
en el cauce de la niebla
en la hora en que te sigo
te veo te alejas que aún
en tus dominios seas
una irreparable ansiedad
en la propiedad del desaliento
no dejas adornado el lugar
en esta despedida ya pensada
postergas mis brazos
no quieres que merezca
por última vez el relieve
oxidado de tu actitud
II
la gente expulsa la tensión
de la mano en el antifaz
de la lengua
los espíritus
se ven en la plenitud
de las velas
en el carnaval de los gestos
no dudan ni un instante
en el pacto
de los días funerales
una libertad única
que se esparce en la carne
de nuestra urbana soledad
un emblema destruido
en la conciencia me contiene
entonces voi sordo frenético
-un lamento que ancla
en el laberinto del eclipse-
está esencia nimba
que da un paso a trasluz
solfeada e insólita que cabalga
en la racha fatal arrabalera
acecha en la sangre
en el borde profano legendario
veneno i fuego devoran
par a par el ritmo luto
II
vivo encerrado en la causa
primera que debe perpetuarme
montículos de ideas viudas
escurridizas en la bruma
que jamás se diluyen
en el ejercicio de tono
tanguero de la escritura
lo mío cae abrupto de pie
me asaltan en lecturas
de anarquistas poetas
condenado viaje tropo
sintaxis interna contorno
rara manifestación
tristeza de vino en el paisaje
camino doble en contorsiones
guiños del barroco vernáculo
que no descubro nada
que no quiero descubrir
la poesía la sostengo en un recuerdo reciente en la planicie herida del primitivo vernáculo en una composición entregada resuelta quizás alejada que me condiciona a no deprimir este acto con poca fe para tanto agnóstico con tanto cadáver a cuestas con tanto luto en el gramado del oficio quién soi yo pensando en hacer escarnio sobre la obra publicada que no cubre no encuentra el deseo en la prédica del poema la necesidad de algo que revienta i se apodera i flota con una música zunca clave ruina a mí despojo desaliento que aborrezco con un puñal de brutal aliento eterno próximo al infierno me propongo sonreír crujir sin límite en la discusión bajar con calma la mirada perdonar a ojos fieros con un montón de parpadeos que perpetúen la gravidez de los astros a través de los días funerales imaginando una sinfonía en el vertical i lúdico pentagrama del vacío
IV
cada día desde lo eterno
de los días regreso al mundo
pienso en lo que he soñado
tal vez sea un ejercicio
para descifrar mi despedida
el camino es largo-ancho
el aliento corto-angosto
nada más en mis ojos
nada más en mi espermio
la herencia es el tramo
de la huella
nada más a mi cuerpo
sea la lealtad sea la voluntad
me duermo con los infelices
en un acuario verdadero
en el transcurso
de lo que resta de la noche
la honestidad con la que estrechó
mi mano miro a los ojos
a quien ha de seguir
en la ausencia hasta encontrar
su origen sé que se esconde
en el fondo de su frente
el despiadado signo
que deja sin olvido
aprendí que la carne al verbo
del verbo al concepto del concepto
a la palabra
he visto crecer desde siempre
la raíz enorme de la vida
que pronto ha de morir
en un costado de mi cuerpo.
Marcelo Sepúlveda Ríos (San Bernardo, 1965). Poeta, Gestor cultural y creador musical, desde 1984. Libros publicados / Epistolárica 2005, Verticce 2006 / Zurdo 2009 / Ajenjo 2021. Antologado en Poetas de Chile de Gonzalo Contreras, 2007 (Bilingüe) y Poetas Contemporáneos del Maipo, 2008.
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