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  • 13 Mirlos

10 POEMAS / Bernardo González Koppmann

 


Ajedrez

                          a mi padre

 

El tablero es un castillo

donde los hombres combaten

con sus sombras

sólo con el silencio de rozar

la forma de las piezas                                                               

 

 

 





Rodenak

 

Cuando la pelota cruza el cielo

y no es de nadie

la gente mira atenta

el fin del tiro

puede ir a las nubes

golpear el travesaño

besar la red

o clavarse en el corazón de Rodenak

El pueblo salta de alegría

si el Flaco se levanta

con el sol en las manos                                                           

Cuando la redonda anda cerca

sabemos que Arturito

será el ángel perfecto

que inventará la paz:

en su pecho

anida una paloma

Cuando saca

la de cuero se aleja

igual que un mal espíritu

entonces, el Arquero de Rangers

nos regala un domingo

para toda la vida



Peluche

 

Cuando no están

mis hijos

un oso de peluche

me lee cuentos

 

 

Me aburren los poetas llorones


                La tarea de los poetas es pajarear.

                 P. Neruda

 

Es mejor

en vez de buscar culpables

a diestra y siniestra

de nuestra contumaz falta de asombro

en vez de agregar otro suspiro

a esta larga noche de impudicia

en vez de pretender la salvación del hombre

con ecos de estertores emitidos desde el púlpito

como si ello fuera un acto decoroso

como si la hermosura naciera de la bilis

es mejor, es mejor

en vez de llorar tanto, digo

leer a los inefables pájaros

cuando dibujan en el aire su pequeño poema:

ese vuelo fugaz que nos sacude el alma

                                       

                     

Ante la belleza se callaban

 

Esta pendeja chilena del carajo

-farfullaba el curadito de Juan Rulfo-

escribe que te las encargo; mientras

la Bombal, apretaba el gatillo pensando

cómo salgo ahora de Comala? Parece

que, ambos, ante la belleza se callaban

y con los muertos preferían conversar

 


 La Turca

 

Ella juntaba sudores tras sudores

debajo del colchón

es un decir

Me falta poco para otro millón

pensaba la bella, sin escrúpulos

mientras desfilaban sombras largas

la eternidad, el cosmos

entre sus piernas suaves como arena

como harina de luna, como pétalos

Y el señor, es un decir

aséptico, normal, enamorado

braceando inocente hecho las velas

se figuraba en el cielo, sobre una mezquita

después de atravesar la mar de dudas

acariciando esas blancas cúpulas

La Turca, nada de lesa

se abanicaba con las rosas negras

 

 

No dediques los poemas de amor

 

No dediques los poemas de amor

porque mañana, lo más probable

que debas leérselos a otras / a otros

 


Los vecinos

 

No tienen estudios superiores

ni trabajo bien remunerado

han criado a sus hijos con dolor

pero andan tomados de la mano

 

No tienen celular ni TV cable

rara vez van al supermercado

buscan su ropa en los baratillos

pero andan tomados de la mano

 

No compran salud en las farmacias

porque beben toronjil cuyano

las monedas se las lleva el viento

ellos andan tomados de la mano

 

Sólo sueñan con llegar a viejos

escuchando tangos en la radio

no desean sino vivir en paz

y pasear tomados de la mano

 

No guardan rencores en el alma

comparten con Dios en un asado

un vaso de vino, un poco de aire

y bailan tomados de la mano

 

Por toda propiedad tienen el sol

un libro, un pan, una higuera, un gato

no les alcanza la jubilación

pero andan tomados de la mano

 

Como el tiempo sabe cuándo llama

desmalezan lentamente el patio

es la dicha que no tiene precio:

descansar con flores en las manos

 

 

La frontera de lo irreal                                                 

                                            Piedad para nosotros, los que exploramos

                                             en la frontera de lo irreal.

                                                                                                G. Apollinaire 

 

Por nosotros

los que vemos mariposas en las llagas de los bipolares

de los parias, de los leprosos

con una amapola en celo en cada úlcera; desahuciados

que se arriman con su tarrito a las vitrinas

donde nada podría consolarnos

los que bajo la escarcha hurgamos la leyenda perdida

el cuento con un final abierto, un haikú

para, quizá, por última vez sentirnos jóvenes 

                                                llenos de bellos ideales

Por nosotros

los que de cada aliento en la cuesta del camino

hacemos un refugio, una sombra, una cascada

aunque estemos inconscientes en el furgón de los rondines

aunque estemos bajo los efectos del valium 10

los que agobiados por la soledad

esperamos en la esquina la presencia de un ángel

que nos diga la hora porque aquí, en esta residencia

sin paredes ni puertas ni ventanas

todos los relojes están malos

Por nosotros

los que siempre nos vamos cuando la fiesta empieza

y se agitan las niñas y la música sube su voltaje

y los dandis y los bacanes con sus neologismos

creen que ya olvidamos los secretos de familia

los que nadie reconoce en ninguna historia de amor

en ninguna estrella fugaz ni eclipse ni zodiaco

(mejor; así pasamos piolas por los barrios místicos)

Por nosotros

los que perdimos el tiempo sentados en la cuneta

despulgando un oso de peluche

los que insomnes captamos la presencia de otra luz

en ese instante en que los murciélagos despiertan

y las balizas encandilan la inocencia del mallete

y del árbol de la sabiduría se esfuman las manzanas 

Por nosotros

sólo por nosotros

la dama pasea su perrito

los gorriones parecen tan humanos 

el paisaje se oculta en las costumbres

y el jubilado con su pucho bajo un alcornoque

hace figuras, fantasmas, argollas en el aire

por donde mi hija, al fin, asoma sus ojitos…

Por nosotros

sólo por nosotros

el mundo acaso mañana sea hermoso

 


 Ulises

 

Quemé los mapas…

Ahora mi camino

es la tempestad 


 

Bernardo González Koppmann (Talca, 1957). Poeta y Profesor en Historia y Geografía.

Su obra se reúne en Cantos del bastón (2022), libro que abarca cuarenta años de trabajo literario, donde se recopilan los diecisiete (17) poemarios editados desde 1981 a 2021, a lo cual habría que añadir Maleza (2023).

Su poesía enuncia -con una voz templada a la intemperie, donde fusiona elementos y giros idiomáticos tanto tradicionales como contemporáneos- en especial la antropología del ser maulino, habitante del centro sur de Chile, a través de una propuesta estética que rastrea una cierta identidad hoy enmarañada. Su temática abarca fundamentalmente motivos de índole social, erótico, místico y telúrico, en el contexto de la globalización posmoderna actual que ha venido desperfilando los humanismos regionales en todo el mundo, en un intento de aclarar el sentido originario y último de las cosas.

En prosa tiene escritas más de mil páginas de ensayos, reseñas, prólogos y entrevistas a distintos escritores, en su mayoría chilenos. Premio Stella Corvalán 2004.



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