Piedra con cicatriz
La piedra bajo el cemento
y la brizna de pólvora
en el paso perenne del pasto
vibran bajo el volumen
compacto del bordado.
La piedra bajo el cemento
calzada en su vibración
quiere escapar a otra mezcla
subir su pólvora seca
hasta los palos de luz.
La piedra quiere explorar
el concreto vertical
subir al fondo de sus vocales
hurgar su fuerza desprevenida.
Luego sanarse y fluir
por un atajo sorpresa
de arterias luminosas.
Silenciosa como siempre
pero liviana.
Y alada.
Y sagrada.
1
Su luz extendida.
Luego perfecto las bocas del cuerpo
expuestas en ventanas genitales
en pasillos interiores.
Su desplazamiento.
De la punta del pelo encanecido
al borde de las uñas de los patios de comida
y espejos urinarios.
Sus etiquetas.
Bajo las astas del casco del sueño
a los delirios animales de la escena
y los reflejos vestidos vendidos.
Con una catapulta
para arrojar caretas.
Con pies de maniquís
y ventanas venéreas.
Las escaleras.
Dando a los postes de luz
y los hitos a las bocas
de endriagos adormilados.
Los pasillos.
Con tráqueas de cartón
e interiores enlazados
con vetas venas hilvanes.
Los ascensores.
Las estepas vasculares
los cuerpos cavernosos
trasladando piso a piso el estruendo.
Con garras móviles
y tendones a la vista.
Con pabellones monstruosos
y jergones y sábanas.
2
Algunas zonas del interior
siguen la idea de un bosque.
Otras evocan rocas y cuevas
la arquitectura fugaz del agua.
Las columnas.
En forma de árboles
brotan contiguas al techo
el domo entrelaza las ramas
con nidos pájaros sogas.
Las ventanas.
Nácares cristalinos y glaucos
algas microscópicas que filtran el sol
y dominan las membranas de la luz y de la sombra
que alimentan la obra.
El techo.
Dos pantallas solares
siluetas de colibrís cuando se abren
enormes alas blancas cuando se posan.
Noventa toneladas de sombra.
En los cantillos de los pasillos
siempre corre un aire fresco.
Que no provoca visiones
sino sed, mucha sed.
Su exoesqueleto.
Respiración fundida
palpos de anillos de anémonas
atrapan calor en el día
que de noche vuelven hueso.
La estructura.
Imita la corteza de una piña
el botón de un girasol
el caparazón de una caracola
sigue creciendo año a año
late procazmente.
Con el tiempo su forma
semejará las alas de una libélula.
Mucho más tarde
los ojos de una mosca.
*
Una secuencia como una serie de escenas, una unidad narrati-
va, una bomba de tiempo. Una cinta autobiográfica —y esta es
una de ellas— puede inscribir solo una serie de sombras o un
surco infinito de ecos. Cada secuencia, no obstante, monta sus
propias cadenas y encona sus jerarquías. Y en algún momento
deviene cinta, plano, escena, y el pulso se hace uno con los
fluidos del film. Pero puede una imagen perdida oírse ausente
y marcar el pulso de una secuencia? O puede el pulso de un
plano obviar su roña salvaje y hermosa?
Christian Formoso Bavich (Punta Arenas, 1971). Estudió en la Universidad de Magallanes, donde se tituló de profesor de inglés e hizo una maestría en estudios hispánicos en la Universidad Villanova (2009) y otra en la Universidad de Stony Brook (2014).
Ha publicado los poemarios: El odio o la ciudad invertida (1997), Memorial del padre miedo (2000), Los coros desterrados/ Estaciones cercanas al sueño; Puerto de hambre (2005), El cementerio más hermoso de Chile (2008) y bellezamericana (2014).
En el 2009 obtuvo el premio Mejores Obras Literarias y en el 2010 recibió el Premio Pablo Neruda de Poesía Joven.
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