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  • 13 Mirlos

MARCELO RIOSECO: POEMAS


 

Club privado



Nos tomamos una copa antes de las 7 de la

/tarde

para las 11 ya estamos todos borrachos.

Debiera salir al jardín y bailar desnudo

sobre el húmedo césped recién cortado,

y esperar las lluvias tan usuales en junio,

y el arribo de dioses divertidos y obscenos—

pero eso no sería una fiesta sino un escándalo,

patrullas policiales y la vergüenza del arresto.

Entonces, antes de caerme al suelo

vislumbro hermosas catedrales de vidrio

y obispos purpurados con puntiagudos

/sobreros,

pero luego recuerdo a los cerdos y sus delitos

y sacudo la cabeza para librarme de visiones tan

/horrendas.

Entonces —y aun con la copa en la mano

y la mirada reprobatoria de Claudia—


hablo de una biblioteca con infinitos anaqueles

donde existe un lugar secreto

para hacer el amor rodeado de libros,

propongo clubes privados abiertos para todos,

casas donde nadie guarde una pistola en la mesa de noche.

Mis amigos alzan sus copas y brindan

sin saber cómo o por qué hemos arribado a esta larga noche.

A las 11 me hundo en el largo sueño americano

empapado de vodka y rodajas de limón.




God from 12 to 1

Para Luis y Rachel

And silently impressed me

With the idea it might contain love

Beyond all measure

This I think of when I pray.


Todd Swiff


Frente al pórtico de entrada de la Capilla de St. Joseph

pienso en dios y en su interminable universo,

pero no hemos venido aquí a admirar

el poder de dios

ni a congraciarnos con nosotros mismos.

En este lugar se mencionará

el nombre de los que han muerto en forma terrible

y es nuestro deber inclinar la cabeza y aceptar

que donde hay silencio también podría haber amor.


Observo a los fieles habituales

sentados

sin una expresión mayor,

a los que saben que –aunque la fe

es una materia difícil de dominar–

existe la gracia; y levantan los ojos

cada vez que vienen hasta aquí

para escapar también del tiempo y la muerte.

¿Son todos estos ruegos escuchados?

¿A quién beneficia la aparición del milagro?

¿Quién fortalece su fe con una prueba innecesaria?


El oficio comienza

y el sacerdote lee la biblia en inglés.

Sus movimientos mecánicos y absolutos

me recuerdan a un dios que existe entre 12 y 1 pm,

pero yo no he venido hasta aquí

para repetir un ritual en un idioma extranjero

ni para congraciarme conmigo mismo.

Y, aun así –mientras las velas iluminan

débilmente el atrio superior,

y los asistentes comulgan en silencio

sin cuestionar el poder de Dios–,

yo trato de igual manera de vencerme a mí mismo

y entender por qué hace cinco años

alguien tan joven se ha quitado la vida.

Veo a sus padres a un costado.

Su madre permanece en silencio,

mientras alguien le sostiene la mano.

Su padre se arrodilla y en silencio ora.

Entonces dejo de pensar en dios y en mí,

para comprobar que si dios existe

(como debiera existir);

no existe en mí sino justo a mi costado

perseverando, a pesar de todo, en un amor

más allá de cualquier medida y dificultad,

en la Capilla de St. Joseph

en Norman-Oklahoma, de 12 a 1 pm.


Un trapo sucio de algodón

Intenta alabar al mundo herido.

Adam Zagajewski


“Intenta alabar al mundo herido”,

la gruesa espuma del vino rojo,

sangre de los poetas vivos y muertos,

los tediosos viajes y los libros leídos,

el sexo que alguna vez fue

como una estrella lanzada al vacío.

Intenta alabar al mundo herido,

oscuro y ansioso, sin significación ninguna,

como tú y yo, en las eternas ciudades

y sus cementerios de polvo blanco.

Intenta alabar al mundo herido

porque todo mundo es ajeno

y ya no vives en tu país ni en ningún otro.

No hay recuerdos limpios o claros

porque ahora la memoria

es como un sucio trapo de algodón

con el cual ya no puedes lavarte las manos.

Intenta alabar al mundo herido

y esconder la herida con la cual amas y odias,

al mundo, a los rebeldes gestos de la juventud,

a ti y a mí, pasto indócil con el cual cubrimos

sin alegría los cementerios con un falso fulgor.




Yo no soy chileno

Yo no soy. Para ser, tengo que llamar

todas estas cosas con otros nombres.


Roberto Matta


No soy chileno, nadie puede serlo.

Yo estoy chileno, pero ya se me pasa

y estoy aquí mirando el árbol

sabiendo que si crece torcido dará mala sombra.

Estoy chileno como lo puede estar cualquier otro,

como algo malo que sin ser malo es pasajero.

Estoy sin ser nada específico

porque nadie es específico.

Tal vez la muerte o Dios sean específicos,

pero cuando yo estoy y pienso, no sé nada

ni de la muerte ni de Dios ni de nada

porque estar es simplemente eso, estar

y luego; dejar de estar.




Leyendo a Vallejo



Hoy, leyendo a Vallejo, he sentido una alegría

tonta, un algo en los huesos, un no sé qué

impreciso y popular, que se me caía de los ojos

hacia dentro y este querer, pensé

debe ser como su querer, ganas de querer

simplemente; eso, sin sustantivos,

sin un yo o un tú

sin ocultar que a veces el otro es uno

pero con otra ropa y las mismas lágrimas

aunque su mirada sea distinta

y como sacudida a la fuerza.

Hoy leyendo a Vallejo me ha venido un no sé qué

como de muertos,

como si mi mano izquierda conociera mi mano derecha,

como si mis ojos lo vieran ahora niño todavía,

peruano, tristísimo, interrogante

de tantos días de abstracción y tinta, de tanto

París en invierno o piedras negras,

de mamífero sudamericano y maltratado.

Hoy leyendo a Vallejo he sentido una alegría

tonta, un algo en los huesos, un no sé qué.


 

Marcelo Rioseco. Ha publicado Ludovicos o la aristocracia del universo (1995), libro con el cual ganó en 1994 el Primer premio de poesía “Revista de libros”, organizado por el Diario El Mercurio en Santiago de Chile. En narrativa, la colección de cuentos cortos, El cazador y otros relatos (1999), la Antología de poesía contemporánea dedicada a Chile por la Revista española LITORAL, CHILE. Poesía contemporánea (2000). En 2010 publicó en Santiago de Chile su segundo libro de poesía Espejo de enemigos y, en el 2012, 2323 Stratford Ave. Con su libro La vida doméstica (2018) ganó el “Premio Academia” a la mejor obra literaria del año que otorga la Academia Chilena de la Lengua. Su último libro es Olivia en los suburbios publicado en España por Valparaíso Ediciones en 2020. Actualmente es Editor general de la revista bilingüe de literatura latinoamericana Latin American Literature Today (LALT). Marcelo Rioseco vive en Oklahoma, Estados Unidos.


Foto de autor: Carolina Rueda










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