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RESEÑA DE "OLIVIA EN LOS SUBURBIOS" DE MARCELO RIOSECO

Actualizado: 27 sept 2021


 

Por Marcelo Velmar


Marcelo Rioseco

Olivia en los suburbios

Valparaíso Ediciones. 2020.

 

“Si hay algo a lo que nos acogemos

en esta pradera de ásperas cruces blancas

es a la desordenada voluntad del mundo”


Como un grato regalo poético, llegó a mis manos el poemario “Olivia en los suburbios”, del poeta chileno Marcelo Rioseco (quien actualmente reside en la ciudad de Oklahoma); y digo regalo, porque al adentrarse el lector en las páginas del libro, se va generando un vuelo in crescendo, como melodía que, desde lo tenue, va asumiendo historias cercanas de nuestra condición humana. Fluyen las imágenes con cadencia de rio profundo, caudaloso que sorprende y provoca: “Pero no se nos ocurrió pensar que las horas / serían como cáscaras secas lanzadas al rio” .

Hay una sucesión de momentos, personajes, imágenes que pueden parecer estancas y poco dialogantes en principio, pero que finalmente redundan, en una circularidad armónica, que genera un cuerpo de alto estilo poético. Es posible encontrarse fácilmente con Neruda y Huidobro conversando en Providencia, acerca de las nuevas tecnologías, realidades que calzan perfectamente en el entramado de sucesos e historias, que dan cuenta de un estado de sociedad, en constante asombro y debacle:


“sin embargo, es tarde, la lluvia

sigue cayendo,

hace frio

y el mundo parece una jarra

con violetas muertas y podridas”


Pareciera que asistimos a una película verbal, con racontos y juegos de memoria que se entrecruzan entre la humedad de la ciudad de Concepción, en el sur de Chile, y algunos territorios del “país del norte”. Espacios y locaciones que conversan y convergen en el escenario poético que dibuja Rioseco, de manera magistral.


“intenta alabar al mundo herido

porque todo mundo es ajeno

y ya no vives en tu país ni en ningún otro.

No hay recuerdos limpios o claros

porque ahora la memoria

es como un sucio trapo de algodón”


Rioseco, sin duda, Intenta alabar al mundo, (al decir del gran poeta polaco Adam Zagajewski), pero a su vez, logra encontrar y compartirnos desde su mundo poético, respiros y luces memorables a modo, casi meditativo,

“Después de todo, el poeta

(una vez ejecutado su trabajo)

Se tiende bajo el árbol bodhi

Y disfruta de su numeroso sueño.”


Cabe advertir, que, a este hablante lírico, lo acosa, lo acompaña y lo visita el tigre de la mente, para eclosionar instantes de su presente, convertidos en verso de sutil sustancia, o para regalarnos imágenes del pasado o del porvenir, como si se tratara de lo mismo. Porque este tigre de la mente es el vehículo poético que atraviesa este libro, como una nube inextinguible, como rayo luminoso franqueando palabras en este y en otro idioma. Todo aparece y se nos muestra como un viaje sin contratiempos; pero ese logro, que se agradece y se disfruta, es nada más que el trabajo de un artista con alto oficio, capaz de convertir el duro acero en línea de luz, la dura y esquiva palabra, en verso luminoso.


Sobrecoge en muchos pasajes del libro, aquella presencia de un nostálgico pasado -en la ciudad de Concepción- donde llovía tres meses al año y se escuchaba rock pesado bajo la lluvia, en medio de un sueño cercado por alambres de púa:


“Estábamos al final del mundo

y nosotros sabíamos todo acerca del mundo,

pero el mundo no sabía nada acerca de nosotros”


Recomendable y hasta saludable es acercarse a este bello poemario, de uno de los destacados poetas nacionales del último tiempo, que nos deja una estela de ejercicios de memoria, de briznas nostálgicas, acerca de un terruño “al sur de Estados Unidos”, de un Chile que aparece como un boceto superpuesto en calles de un país diferente; donde las acciones y tareas cotidianas de sus personajes, se encargan de construir un paisaje de colores, aromas y formas distintas, pero que, en definitiva, dan cuenta de la única condición humana: “Pero en todas partes escupí el mismo veneno”.


Un poemario de aire cálido y cercano; tan necesario como oportuno, para develar en clave poética, el estado de situación del mundo, en que estamos siendo.

 

Marcelo Rioseco (Concepción, 1967). Ha publicado Ludovicos o la aristocracia del universo (1995), premio de poesía Revista de libros (1994). En narrativa, la colección de cuentos cortos, El cazador y otros relatos (1999), la antología de poesía contemporánea dedicada a Chile por la Revista española LITORAL, CHILE. Poesía contemporánea (2000). En 2010 publicó en Santiago de Chile su segundo libro de poesía Espejo de enemigos, y en el 2012, 2323 Stratford Ave. Este último salió traducido por Grady Wray en la Valparaiso Editions-US en 2018. En 2013 publicó su primera novela, American Visa. Con su último libro La vida doméstica (2016) ganó el Premio Academia a la mejor obra literaria del año que otorga la Academia Chilena de la Lengua. Actualmente vive y enseña literatura latinoamericana en Oklahoma, Estados Unidos.


Marcelo Velmar (Chillán, 1970). Ha publicado: Poemas a la carta (1995), luego vendrían: Pena de alumbramiento (1997), Mortales razones (Santiago 2009) y Estelado (2018). Cuenta con inclusiones en diversas revistas literarias y antologías de poesía, tanto dentro como fuera de Chile. Su trabajo ha sido reconocido en diversos certámenes literarios del país. Algunos de los poemas de su libro Mortales Razones, son reconocidos con Mención de Honor y Mejor Poesía Extranjera en el Concurso Internacional de Poesía, Junín País 2010, en la República Argentina.

Destacada es también su labor, en los últimos años, como gestor cultura y promotor de diversos espacios de encuentro, para la difusión de la creación poética, de autores nacionales y extranjeros.

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