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CHRISTINA ROSSETTI: 5 POEMAS

  • 13 Mirlos
  • 6 nov.
  • 4 Min. de lectura

Traducción: Braulio Fernández Biggs



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(«Entonces me puse medio delirante

y muy enferma»)


Entonces me puse medio delirante y muy enferma,

Y en la oscuridad vi extrañas caras haciéndome

Muecas de monstruos. Uno sacó una aleta

Y me tocó pegajosamente: no pude escoger

Disputar con él. Comenzó a lamer

Mi mano, mientras hacía un lastimoso estruendo

Y derramaba humanas lágrimas: parecía querer

Acercárseme, luego se retiraba. Escuché el veloz

Latir de mi corazón, advertí la lucha

De vida y muerte dentro mío… Luego el sueño arrojó

Su velo a mi alrededor… Mas una cosa es cierta:

Cuando desperté el sol estaba en su punto máximo

Y lloré tristemente, sabiendo que una nueva

Criatura sentía amor por mí, y otras rencor.



Un mudo amigo


Cuando era joven un árbol joven planté;

Pero ahora el árbol ha crecido y yo estoy vieja:

El petirrojo de invierno se refugia allí del frío

Y afina su lengua de plata.


Un árbol verde y lleno de vida planté,

Un árbol de hoja perenne y brillante follaje:

Al calor del mediodía desparramaba un toldo

Bajo el cual podía yo sentarme.


Mas ahora solo lo miro allí donde sobresale:

Sentada junto a mi ventana, lo veo sacudido

Por el rugiente vendaval, o plateado por la escarcha;

O, cuando el dulce verano florece,


Moviendo su redonda cabeza verde con gracia señorial,

Entre tiernos vientos que lo besan y se alejan.

Posee la verde plenitud de la edad… ¿Y yo qué poseo?

Una cara arrugada y macilenta.


Tan a menudo lo he mirado –hasta que mis ojos

Se han llenado de lágrimas y he dejado de ver–,

Que ahora me parece un verdadero amigo,

Conocedor de todos mis secretos.


Un amigo agradable y fiel que, año tras año,

Creció al yo crecer y se hizo fuerte con mi fortaleza,

Pero cuya vida verde será más larga:

Cuando yo ya no me siente aquí,


Él todavía brotará en primavera y perderá algunas hojas

En otoño, y en el calor del verano dará sombra

Y abrigo en invierno; cuando esté hecha mi cama

En la sombra que tejen los cipreses.



Una hija de Eva


Tonta fui por dormirme al mediodía

Y despertar cuando la noche entumece

Bajo la luna incómoda y fría;

Tonta al desgarrar tan pronto mi rosa,

Tonta de romper mi lirio.


No conservé cerrada mi huerta;

Abandonada y desvanecida

Lloré como nunca antes había llorado…

Oh, era verano cuando me dormí,

Es invierno ahora que despierto.


Di lo que quieras de la próxima primavera,

Y del mañana dulce y abrigado por el sol…

Desnuda de esperanzas y de todo,

Sin más de qué reír, sin más de qué cantar,

Me siento a solas con la tristeza.


En cierto lugar


En cierto lugar encontré al Amor

Dormido y frío — ¿o frío y muerto? —,

Todo blanco marfil sobre su cama,

Todo blanco marfil su rostro.

Tenía las manos cruzadas

Sobre el callado pecho,

Y a su figura que en paz descansaba

Una fría cama habían dispuesto.


El cabello lacio le colgaba en la frente,

Nunca había visto antes su rostro;

Y si lo vi alguna vez, ahora

Lucía con otra apariencia.

Sin rastro de las penas de anoche,

Sin sombras del mañana;

Todo en paz (así acaban las penas),

Todo en paz.


Me pregunté: ¿eran sus ojos

¿Suaves o claros como el halcón?

Me pregunté: ¿mientras allí yace

¿Acaso me siente cerca?

Mi corazón habló en silencio

Y se preguntó: si despierta

Y me encuentra sentada cerca suyo

Y sentada me perciba junto a él,

Si la vida se sonroja en sus mejillas

Él, vivo hombre entre los hombres,

Entonces si le escucho hablar,

Oh, ¿debería entonces conocerlo?



«Hijo, acuérdate»


Yací sentado a tu puerta, soy Lázaro.

Me veas o no me veas todavía estoy ahí:

Con hambre, con sed; llagado, enfermo y desnudo;

Confortado por los perros y atento a las migajas.

Mientras que tú eres opulento para todas tus cosas,

Vistes finamente y llevas manjares a tu mesa.

Toda una maravilla que estés sin preocupaciones

Y que yo, me vean o no, esté como estoy.

Mas habrá un día un gusano para ti y un gusano para mí:

Con el mío cantos de ángeles y resonar de trompetas,

Y la plenitud el fin de todo deseo.

¿Y qué habrá para ti, ay, pero qué habrá para ti?

Fuego y una sed inextinguible,

Sed y un fuego inextinguible.

Christina Rossetti (1830-1894). Poeta inglesa de la época victoriana conocida por sus poemas románticos, religiosos y para niños. Su obra, influenciada por el movimiento prerrafaelista, aborda temas como el deseo reprimido, la muerte y la fe religiosa.

Fue autora de numerosos libros de poesía, incluidos Goblin Market and other Poems (1862), The Prince's Progress (1866), A Pageant (1881) y The Face of the Deep (1882).


Braulio Fernández Biggs (Santiago, 1967). Doctor en Literatura por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ha publicado Corazón de buey (1993), El ciego y los tuertos (2015) y la colección de poemas Orfeo y Eurídice (2016). Ha traducido, entre otros, a Shakespeare, Lewis, y Eliot.


 
 
 

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