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“BROTE” UNA ENTREVISTA A DAVID BUSTOS

  • 13 Mirlos
  • hace 8 horas
  • 5 Min. de lectura

Por Sergio Rodríguez Saavedra

 

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El primer trabajo que hice acerca de David Bustos Muñoz data de los 90, cuando presenté a tres autores jóvenes (Germán Carrasco, Julio Espinosa Guerra y David) en la ya desaparecida revista Rayentrú. Lo hice porque veía en esos nombres un trabajo que iba más allá de la creación, iba hacia la comprensión de los materiales que forman una obra y la convicción de que no hay más camino que la exigencia intelectual. Su trabajo de amplio registro (guion, cuento, crónica y, sobre todo, poesía) le dan una experiencia que deviene en la calidad de los trabajos que publica. Los recientes ganadores de la trigésima tercera convocatoria de los Premios Literarios, Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio otorgaron el galardón en la categoría Poesía Inédita a la obra Brote de David Bustos, sobre esta original propuesta ronda esta entrevista.

 

 

David, cómo nace Brote, tu reciente manuscrito premiado en la categoría poesía inédita de los Premio Mejores Obras, 2025.

 

 

Pensaba como hacer una poesía en medio de un contexto social que pasó por un estallido social, una pandemia, dos plebiscitos y un incremento del narco, con una sensación de inseguridad generalizada y un fenómeno migratorio planetario. Sumado a múltiples escenarios bélicos internacionales.  A toda esa multiplicidad debes agregar el salto tecnológico acelerado. Bien, es así que, desde la poesía, mediante la figura del zombi, se problematiza esa multiplicidad de sentidos. Brote retrata al zombi como un descocido, autómata, como restos sociales, pedazos de subjetividad. Es una poética de lo impropio, de lo que se ha descosido del tejido social y biológico. Ese neologismo actúa como marca estética de la propuesta.

 

Entonces ¿Brote es un libro de poesía de muertos vivientes, imbunches, zombis?

 

Jajaja, sí y no. Es un diario del apocalipsis en clave poética: El zombi es una figura protagónica del libro. Mezcla de poesía concreta, visión política y relato distópico.

Mira, el libro abre con dos citas: Nick Land y Donna Haraway y, hacia el final del manuscrito aparece Mark Fisher. Creo, esa constelación sitúa la obra en la intersección de aceleracionismo, tecnopolítica y feminismo especulativo. Mi problema era cómo escribir un libro de poesía, que tal como te dije antes asuma un contexto múltiple y adverso. Entonces lo que hace Brote es desarrollar una poética del glitch, o sea, expone el error en el flujo tecnológico, abre un agujero temporal, deja ver la fragilidad del soporte y su desgaste.

 

Por lo tanto, trabajas la ruina de cierta forma. Un elemento que ha sido tratado en el arte y en la literatura tanto como tópico como agencia.

 

Fisher desarrolla un concepto interesante que es hauntologie o (traducción mediante) Fantología o sea la experiencia de estar habitados por futuros que nunca llegaron a realizarse: espectros de promesas rotas del modernismo y de la cultura pop. El glitch estético se vuelve mercancía (música glitch, moda glitch), pero al mismo tiempo filtra una verdad de fondo: que todo sistema contiene su propia autodestrucción. En poesía, esta paradoja puede trabajarse mostrando el error como producción: cada falla imprime un resto que escapa al control del capital. Lo que intenta BROTE es eso de alguna manera.

El foco es el colapso colectivo: “una marea de caminantes cruza la neblina matutina”. Es una imagen cinematográfica de zombies, pero tratada con ritmo poético, con juegos de repetición que imitan la vacilación de la memoria. El lenguaje mismo se quiebra en preguntas y repeticiones, generando un efecto de eco o tartamudeo textual.

Y desde ese punto de vista, jamás imaginé que sería premiado. Lo mandé por enviarlo, como un ejercicio de checklist. Porque es un libro performático, con imágenes violentas e irrisorias.


O sea, Brote, de alguna manera refiere una urbis ruina, una ciudad que es tomada por la epidemia y por lo tanto debe demoler y reconstruir su lenguaje.


Puede ser, creo que dialoga con La ciudad de Millán o Virgen del Sol, de Alexis Figueroa.

Por momentos es un registro de crónica urbana: cajeros arrastrados por el pavimento, disparos, murallas con grafiti (“revolución” reemplazado por “apocalipsis”). El poema alterna entre lo documental y lo performativo. Es como si el apocalipsis se apropiara de la semántica política chilena: plebiscito, revolución, calle.


Cuando estuve escribiéndolo, sentí que lo leía encima de mi hombro Soledad Fariña, incluso la menciono en un poema, porque ella tiene un espléndido trabajo con el montaje de las palabras y el espacio en la página, y yo, de alguna manera, estaba haciendo eso también. En el lenguaje de BROTE el sentido actúa. El poema encarna su escenario. O sea, palabras rotas, escritas a propósito con faltas de ortografía, borroneadas. Hay listas, enumeraciones y hay humor. Y claro asoma por momentos la autoconciencia.


Ahora debo decir que la poética del glitch en Brote no se vive solo como ruina: también como insistencia. Está la imagen de “Pedalear”, “anotar en la Olivetti”, reciclar poemas viejos, guardar fotos: todos gestos que muestran que la escritura no se interrumpe, aun cuando todo se interrumpe. El glitch en cierto modo, se vuelve así un modo de resistencia, un testimonio que no busca restaurar la perfección, sino registrar la falla como si fuera nuestra condición común.

 

Muestra:

 

PARTIDA

        FALSA

 

Estos albores de contaminación

Este sistema financiero

que pestañea sus cifras

Esta plaga en su despliegue

Estos escarceos

del calentamiento global

                            de las conciencias

 

Este asalto

               

           incontestable de la mordedura

 

Me refiero a ese período

                                     que visto a la distancia parece

teñido de vacilación & contagio

 

Tiempo en que las cerezas

teñían de sangre las encías



10


 

Los medios de producción                 no producen

La globalización                                   no globaliza

 

                         Nadie tiene inmunidad

 

Hubo un cortocircuito en el sistema nervioso

 

Han caído

                las fronteras & la asfixia farmacológica

                parece no descubrir el antídoto

 

 

Narcotizados espectros asolan

                         las orillas del entendimiento

 

En una taza de agua flota una cáscara de limón

                    inclaudicable en su vacío

 

 

                                            Dónde está el peligro crece lo que salva

 

En la quemadura de la máscara

hay una ampolla de fuego

 

                                           Los descocidos se expanden

                                           en el mercado de la muerte

 

Vemos un reality show

de espléndidos vagabundos

aturdidos por un hambre primitiva

Digo que es el cerebelo

El sistema reticular

del   t i c – t a c

en el desperdicio de su secuela

 

Todo ese sentimentalismo

de biología moribunda que me invade

 

El mixer de las especies

 

La indigencia de la letra rota


David Bustos (Santiago, 1972). Escritor y guionista. Fue becario de la Sociedad de Escritores de Chile (1997) y de la Fundación Pablo Neruda (2001). Entre sus publicaciones poéticas destacan: Nadie lee del otro lado (2001), Zen para peatones (2004), Peces de colores (2006, Premio Municipal de Poesía), Ejercicios de enlace (2007), Jardines imaginarios (2010), Hebras viudas (2018), Poemas Zen (2020) y la selección antológica Circuitos integrados (2020). En cuento ha publicado Rec (2018, Premio Mejor Obra Literaria en el género cuento) y en crónica El lenguaje de los nudos (2022).


Sergio Rodríguez Saavedra (Santiago de Chile, 1963). Poeta, crítico literario. Ha publicado en poesía Suscrito en la niebla (1995), Ciudad poniente (2000 - 2002), Memorial del confín de la Tierra (2003), Tractatus y mariposa (2006), Militancia personal (2008), Centenario (2011), Ejercicios para encender el paso de los días (2014), Patria negra patria roja (2016), Días como peces (Buenos Aires, 2020) y Materias en tránsito (2023) más las muestras antológicas Nombres propios (Madrid, 2017) y Antología de agua y hueso (Popayán, 2018). Su obra ha sido reconocida en diversos certámenes nacionales, entre otros el 1er lugar en el premio nacional Eduardo Anguita (en sus versiones 2008 y 2010), premio Letras de Chile (2014) y como ganador del XV Premio Stella Corvalán (2019).

 
 
 

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